● ● ● chikocl® [VI]●

domingo, febrero 10, 2008

Un chiste de mal gusto


Un año atrás estuve exhausto de tanta parafernalia emanada de la puesta en marcha del famoso Transantiago. Ayudando a la gente y haciendo el show que le mostramos a la tele disfrazándonos de “buenos ciudadanos” para que después los idiotas nos tildaran de concertacionistas.
Y ahora, los noticiarios se afanan en mostrar imágenes de ese 10 de febrero, en el cual no miento que me sentí una sardina más de esta fábrica con olor a marisco podrido que se volvió la capital desde el puntapié inicial. Me da una lata enorme.
Para unirme al saco de críticos usuarios, parto diciendo que tenía 4 recorridos antes del plan, y luego se redujo a un alimentador, cuya frecuencia es tan peor como los de recorridos de Transantiago transición (desde el 22 de octubre de 2005), y hoy gozo de un troncal más porque mis vecinos estuvieron todo agosto hinchando las gónadas por televisión junto a Marcelo Ricardo (CHV) para mostrar la precaria situación en transporte de que vivíamos particularmente los de la periferia de Maipú.
Aunque más que claro está, que esta situación es de carácter general. ¡Si claro que nos cambió la cara! … buses abarrotados de gente que van como en una tómbola de lotería, todos parados, sudados, hediondos, y depravados. Cansados de vivir el tedioso día a día, el cual desde el 10F hace que necesitemos 30 horas de día para poder dormir bien. Le sumamos, lo mucho que caminamos, los recorridos inverosímiles y las frecuencias peor que las amarillas, que junto a las promesas para salvarse el culo que da Cortázar por querer avalar el cagazo del siglo, no hacen pensar más que el Transantiago, después de consolidarse como fracaso, sigue siendo un Chiste de Mal Gusto.
Trabajar en esto me hizo entender aún más que el plan en Chile no tiene norte. No hay planificación, los sistemas no funcionan. Mientras tanto nosotros seguimos chatos, y rogándole que el olmo dé peras mientras la pantalla de “estamos trabajando para un sistema mejor” y que “el transantiago original ya no existe”, sigue como un tocadiscos rayado en La Moneda.
Tiran agua fría diciendo que la tarifa no subirá de los $380 mientras el sistema no se normalice. Pero la dignidad de los ciudadanos no tiene precio, y por eso de repente entiendo al que se sube por atrás, pues si estuviese dotado de más personalidad, tampoco pagaría por esta mierda. Si aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Prefiero que se hubiesen quedado amarillas no más, pues la contaminación nunca bajó, la cantidad de buses llegará a ser la misma, y los tiempos de viaje nunca se redujeron.
Lo único que nos queda hacer, es que el ciudadano tome las riendas. Ya basta de todo esto, de la burla del gobierno. Ni que la derecha saque provecho político haciendo tortitas mientras se frotan las manos por la catapulta hacia el suelo que se hizo Bachelet al llevarse el cachito.
Que el Metro vuelva a ser el de antes. Que lleguemos a nuestros colegios, universidades y pegas bien y a la casa a una hora prudente. Que tengamos más vida, más que pasar 4 horas arriba de la micro y soportando los tediosos transbordos; y que se recupere la honra ciudadana de Santiago pues la vergüenza nacional no pasa desapercibida para quienes se ríen de nuestro triste espectáculo en otros países; depende de nuestra fuerza.
Salga a la calle, demuestre su descontento. Empapele paraderos. Proteste.
Pero no permitamos más, que este chiste e mal gusto siga siendo el hazmerreír de la derecha, y el negocio redondo de la concertación.
¡Menos mal que tengo las rurales!... Cumpleaños fatal… ojala te mueras Transanfucker.

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